jueves, 6 de marzo de 2014

Gestión de la información (ciberdocumentación) y curación de contenidos

Tras un lapsus de un mes, en el cual no obstante he tratado de no perder el contacto con el curso, vuelvo a convertir en productos finales las no pocas tareas que he dejado, hasta el momento, inacabadas. Así, siguiendo con la unidad 3, abordamos la cuestión de la gestión de la información.

¿Cómo no comenzar por esta imagen de El Roto; magnífico analista social, por cierto? No en vano, la era tecnológica del siglo XXI se caracteriza, precisamente, por una abundancia de información: apellido que inmediatamente se ha adaptado para la sociedad. Para algunos, es este más acertado que el de conocimiento en tanto que este último implica una actividad, una transformación activa por parte del receptor no necesariamente arraigada en nuestra sociedad, tal y como sugiere la imagen previamente presentada. No en vano, la transformación de la (sobre)información a la que estamos sometidos día tras día en conocimiento exige una capacidad que no todos poseemos. ¿Somos todos supertasker?


En cualquier caso, y antes de adentrarnos en el aspecto concreto de la (sobre)información, quisiera dilucidar la cuestión definitoria con la propuesta leída en Palabras en juego: enfoques multiculturales sobre las Sociedades de la Información (2005) sobre la referencia no a la sociedad, sino a las sociedades, en tanto que esta se apropian de la tecnología y no al contrario; reafirmando el carácter instrumental de las TIC. La tecnología, pues, no debe ser tanto un fin en sí mismo sino como un medio en el cual la información transcurra según unos determinados filtros. Por ello, presento el término ciberdocumentación, que podemos observar desde dos perspectivas compatibles:
  • Teórica: Especialidad de la documentación que estudia el documento digitalizado de diverso formato con información sobre las realidades humanas actuales, su tratamiento y el dinámico proceso documental que acontece en un cibermedio. 
  • Práctica: Especialidad de la documentación en la que la prudencia orienta la gestión de información sobre las realidades humanas que circula en el ciberespacio para contribuir al bien común.
Adaptadas de Ciberdocumentación: una respuesta a la era de la sobreinformación (2013), las mismas nos sitúan ante la necesidad de desarrollar esa capacidad gestora que desde este propio curso se nos viene señalando. La ciberdocumentación, pues, es inherente a la propia Competencia Digital, en tanto que el propio uso de la tecnología de un modo descontrolado no es beneficioso en absoluto. Por ello, de acuerdo a las ideas que trata de mostrar este curso, reflejo mis humildes propuestas para la mejora de la gestión de la información:
  1. Registro en Diigo e instalación del marcador. Si bien es algo ya conocido por cuantos cursamos #EDUPLEMOOC, resulta una herramienta útil que amplia las posibilidades de la gestión de la marcadores en el navegador (práctica que, por mi parte, realizaba antes), en tanto que permite la creación de auténticas redes de conocimiento.
  2. Gestión del tiempo de consulta. A raíz del vídeo previamente presentado y partiendo de la ingente cantidad de horas que personalmente paso frente a la pantalla luminosa, quizás sea necesaria la limitación personal del tiempo dedicado a diario al contacto con la información. Si bien parece una obviedad, es evidente que nuestra sociedad excede el tiempo de consulta de la misma, por lo que es una propuesta de actuación verdaderamente considerable.
  3. Creación de un blog especializado. Centrándonos en la propia creación en la red, y puesto que lugares sobre información general abundan en la misma, la aportación personal que podemos realizar al ciberespacio no pasa sino por una hiperespecialización de un campo de conocimiento concreto (un género literario, una época de la historia, un equipo de fútbol) que pueda servir de fuente de información para cuantos visitantes requieran de tal recurso en un momento concreto.
Al fin y al cabo, se trata de optimizar los procesos de enseñanza-aprendizaje con la mayor efectividad posible, quedándonos con lo verdaderamente importante y no perdiéndonos en el mero ruido.

Pixabay.com

Por otra parte, respecto a la curación de contenidos, cabe señalar que aquellos profesores de formación más clásica, acostumbrados a leer largos textos, solemos olvidar que no todos los alumnos están tan familiarizados con la unicidad textual de soporte, la única en otros tiempos. Por eso, hemos de aprender a servirnos de representaciones visuales de la información más dinámicas, visuales, atractivas. ¡Ojo! No es una cuestión de sustituir unos patrones de lectura por otros, sino de complementar recursos al servicio de un aprendizaje significativo. Y, por ello, el propio concepto de curación de contenidos puede encontrar en la infografía un vehículo adecuado:

Easel.ly

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